El tándem dieta y ejercicio son sin duda nuestro pasaporte al destino «conseguir un peso saludable». Para mantenerse en un peso saludable lo mejor es seguir una dieta equilibrada y realizar ejercicio de manera frecuente. Y es que, a pesar de que la publicidad nos hable de dietas fantásticas con las que podemos transformar nuestro cuerpo modelándolo hasta el infinito, la realidad es bien distinta.
Y es que todo lo que no suponga reeducar nuestra forma de comer, es una pérdida de tiempo y jugar con nuestra salud.
Dieta y ejercicio deben ir de la mano para conseguir mantenernos en un peso saludable. No basta con practicar deporte de manera constante si no cuidamos nuestra alimentación de la manera correcta. De igual modo, si queremos consolidar los avances que conseguimos al seguir una dieta adecuada (pérdida de volumen, por ejemplo) debemos practicar deporte. Solo de esta manera tendremos una tonicidad muscular adecuada y evitaremos que la grasa vuelva a depositarse en estas zonas.
Dieta y ejercicio = peso saludable
Cuando se habla de dieta, lo habitual es pensar en privación o en hambre. Sin embargo, esto no es así. La dieta es la cantidad de alimento que ingerimos diariamente para que nuestro cuerpo funcione de la manera adecuada. El problema es cuando esta ingesta es mayor a nuestras necesidades. Cuando la cantidad de calorías que aportamos a nuestro organismo es muy superior a sus necesidades. Este es el momento en el que el cuerpo comienza a almacenar y, por tanto, engordamos.
Así pues, lo primero que debemos saber es qué tipo de alimentos son necesarios para nuestro organismo y cuáles son prescindibles. Así, las carnes, los pescados, los huevos o las legumbres son fuentes de proteínas esenciales para el crecimiento y para las funciones vitales de las células de nuestro cuerpo. Mientras que los hidratos de carbono nos aportan energía con la que entrar en calor o movernos adecuadamente. De igual manera las grasas, las vitaminas o los minerales cumplen su función para las funciones vitales de nuestro cuerpo. Pero, claro, el aporte debe ser proporcional al gasto que se no produce y nunca mayor.
A la hora de determinar nuestra dieta debemos tener en cuenta la edad que tenemos y nuestro sexo. Y es que las necesidades de un adolescente son muy superiores a las de una persona adulta, de igual modo que una mujer embarazada tiene más necesidades calóricas que un hombre de su misma edad que desarrolle la misma actividad laboral.
Otro punto importante de nuestra dieta es que ésta debe adaptarse a nuestra actividad diaria. Y es que hay trabajos sedentarios (como los que se desarrollan en una oficina) y otros que requieren actividad física (reponedores de supermercado, repartidores, pescadores, albañiles, etc.) Este aspecto será determinante para saber dónde se encuentra el límite de nuestra dieta diaria. Por lo tanto la relación dieta y ejercicio variará en función de nuestra actividad profesional.
Ejercicio y peso saludable
La realización de una actividad física diaria nos ayudará también a mantenerse en un peso saludable. En este sentido hay que destacar que no basta con salir un día y hacer muchos kilómetros corriendo para conseguir el objetivo. Es preferible realizar ejercicio de manera constante y con una intensidad moderada, para que nuestro cuerpo se mantenga activo y sano.
La elección del ejercicio debe estar condicionada por la edad, la condición física de la persona y el entorno en el que nos encontramos. Lo ideal es salir a pasear una hora diaria, hacer un poco de bicicleta o nadar durante treinta minutos diarios, pero no todas las personas están en condiciones de realizar alguna de estas actividades. De nuevo la relación dieta y ejercicio variará en función de la condición física de cada persona y también de sus necesidades. Ninguna dieta es perfecta para todo el mundo, lo mejor es seguir una dieta personalizada. Del mismo modo nuestra rutina de ejercicio físico también debe estar adaptada.
Y es que, cuando realizamos ejercicio no solo quemamos calorías, sino que multiplicamos nuestras necesidades y, por tanto, quemamos parte de los nutrientes acumulados en nuestro organismo. Esto se debe a que ponemos en movimiento músculos que de otra manera no se emplean y a que respiramos con más intensidad, lo que provoca una mayor necesidad de oxigenación.
En cualquier caso, si queremos seguir una dieta adecuada a nuestra edad, necesidades y circunstancias, lo mejor es acudir a la consulta de un especialista que nos oriente sobre la composición de nuestro organismo (si tendemos a retener líquidos, si nuestro índice de grasa es elevado o no, etc). Y es que al igual que ocurre en otros ámbitos relacionados con la salud, cualquier decisión incorrecta podemos pagarla muy cara.